miércoles, 27 de abril de 2011

New Game, New Tactics, New Point of View....Once Again



-¡Ni de coña! – grito Nathaniel dando un asombrosamente largo salto hacia atrás. Sus ojos lapislázuli estaban abiertos de par en par, mirando aterrados a su hermana.

El muchacho resultaba agradable a simple vista. De ojos azules intenso, cabellera rubia como hilos de sol amaneciente, piel nívea y tersa con cierto sonrojo en las mejillas. Todo un muñequito en otras palabras. Ese día llevaba puesto un pantalón de mezclilla remangado en la vasta, una polera de Cookie Monster, que es como un ídolo para él, y calzaba unos uniformes mocasines negros. Sacudió la cabeza.

-¡Aléjate de mí!- volvió a chillar escondiéndose detrás de un macizo mueble de madera-¿Escuchaste? ¡Atrás! – añadió.

Sophie, la muchacha de melena oscura posicionada al otro extremo de la habitación, sonrió con cierta malicia atisbando sus ojos.

-Oh, vamos, yo no te voy a hacer nada- dijo serena despegándose de la pared en la cual había estado recostada segundos antes.

-Y supongo que crees que debo de creerte, ¿correcto?

-Captas rápido cariño – siseó.

Caminó unos cuantos pasos hacia Nathaniel. Su larga melena oscura se balanceaba con el andar bamboleante. Esta era recta, fina y extremadamente lacia, además era de una pigmentación como la tinta china. De ella se desprendía un olor dulzón, embriagante, tanto o más que el canto de una sirena, era algo que no se podía descifrar con facilidad. Tal vez era un olor a lavanda, tal vez era otra cosa más. Se podía divisar que de su cuello colgaba una larga cadena de plata y de esta colgaba un dije-muy notorio-de un azul marino, el cual llevaba varias inscripciones dibujadas con gran precisión. Pestañeó rápido como el aletear de un colibrí y le sonrió a la vez que se arqueaba. Daba la impresión de que la joven muchacha era la elegante y sutil pantera dispuesta a cazar… y Nathaniel, pues él resultaba ser por descarte su infortunada  presa.

-Ni aunque los unicornios vuelen- replicó Nathaniel alejándose de ella cuando esta le saltó encima. La muchacha se incorporó antes de caer de bruces contra el suelo de madera. Volteó el rostro y le lanzó una mirada iracunda al muchacho.

La habitación estaba finamente decorada además de una forma muy peculiar. Paredes empapeladas de un diseño de pequeñas florecillas primaverales; ventanales que se alzaban del piso hasta el techo, los cuales estaban cubiertos por unas pesadas y polvorientas cortinas victorianas. Una columna de estilo antiguo, asemejándose a griego, descansaba en el medio del salón. Lucecillas doradas envolvían a esta dando la ilusión de que eran miles de haditas bailando alrededor. Todo el lugar era de los mismos colores: Rojo y Dorado. Muebles, libros, pinturas, adornos de porcelana, y una que otra planta terminaban de rellenar los espacios vacíos, además de la imponente chimenea de molduras color hueso.
Sophie rió interiormente relamiéndose los labios. “El niño quiere jugar” pensó “Entonces vamos a jugar”



 ******







-¡Já!- rió Mathias – Te gane denuevo. Vamos perdedor, págame.

-Tú hiciste trampa, eso no se vale, es contra las reglas- replicó el otro muchacho cruzado de brazos.

-No voy a darte ni un centavo.

-Anda págame. Son cincuenta dólares.

-Ya te dije que …

- Ahora, que no tengo todo el día. Rápido, rápido.- lo interrumpió haciendo un ademán con la mano.

Luca lo miró con los ojos entrecerrados, escondiendo los ojos esmeralda detrás de las abundantes pestañas. Sacó de un tirón la billetera del bolsillo trasero de su pantalón; contó unos cuantos billetes hasta llegar al monto exigido por el muchacho de casaca roja con botones y se los tiró de mala gana.

-Ahí tienes- espetó.

-Gracias- sonrió arrogante tomando el dinero entre los larguiruchos dedos lleno de diminutas cicatrices blanquecinas que contrastaban con la piel tostada.

- Eres despreciable.

-¿Otra partida?

Hubo una pausa casi imperceptible.

-Prefiero cortarme una mano antes de volver a jugar póker contigo – musitó tomando un sorbo de bebida que yacía entre sus manos. Tenía una pinta un tanto densa y muy poco apetecible. De un rojo intenso

-¿No sería un poco drástico y doloroso cortarte una mano?

- Tal vez, pero viendo las dos opciones prefiero eso. Pues te comento que me has dejado en bancarrota.

-Yo solo hago doler a tu bolsillo, no es la gran cosa. – dijo sonriente a la vez que sacaba pequeñas volutas de suciedad de su suéter. Las pupilas de los ojos del muchacho eran como dos canicas grandes y penetrantes, sentías que te perforaban hasta lo más recóndito de tu ser. Lo demás que las rodeaba eran de un color azul intenso. Al verlos era como mirar mar adentro, sabiendo que estarías condenado a perderte en ellos, pero de todas maneras no te importaría e igual te aventurarías.

Luca solo se inmutó a lanzar un suspiro y poner los ojos en blanco. Enroscó los dedos en la copa cristalina que sostenía y tomó el contenido de una. Una brisa inesperada arremetió en lugar estremeciendo al chico de ojos verdosos. La luz diurna que se derramaba por entre los ventanales pintados a mano, hacía que un juego de colores divertidos se reflejara en el suelo de mármol. Lucas, abrió la boca para volver a replicar, cuando una voz grave proveniente de detrás de una ruma de libros añejos, lo interrumpió.

-Chicos, chicos- dijo la voz- ¿Podrían callarse? Sus voces chillonas resultan verdaderamente molestas y no tengo las ganas de lidiar con dos niñitos berrinchudos. Además esta es una biblioteca, no una sala de juego en la cual pueden soltar alaridos despreocupadamente y llorar a mares porque son un asco en el póker, y si no me equivoco en las bibliotecas se hace silencio. Así que, ¿por qué no se callan? ¿Vale?

Luca y Mathias se miraron, ambos con el mismo gesto de estupefacción. Retiraron sus sillas hacia atrás. Mientras se acercaron pudieron ver a alguien: un muchacho, tan joven como ambos. Increíblemente  atractivo, aun viéndolo solo de pasada. El chico estaba sentado perezosamente sobre la silla de madera ligeramente balanceada hacia atrás. Leía con no mucho entusiasmo - esto se podía ver a leguas- el libro que sostenía entre sus manos.

-Robín Hood – leyeron al unísono los muchachos al detenerse junto al joven moreno.

-Vaya, saben leer- murmuró levantando la vista hacia ellos. Tenía unos ojos grises blanquecinos, como la ceniza que cae del cielo después de una erupción volcánica. Ambos, Mathias y Lucas, se quedaron boquiabiertos. No podían creer que no lo hubieran reconocido antes. Ese sarcasmo tan peculiar, esa hostilidad en la voz al hablar ¿Cómo lo habían podido olvidar? ¿Cómo? 

Fin de la primera parte del primer capítulo. Espero que os haya gustado. 

3 comentarios:

  1. Oh <3
    I like it :D
    Aunque no se quien es quien y confunde un poco para ser la primera parte del primer capitulo :D

    Saca el segundo para saber quien es quien y que cosa es quien.

    Y si esperas que me haya gustado, la respuesta es un SI :D

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  2. Esa es la cosa, que quieran saber quien es quien. Para así mantenerlos leyendo >.<

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